Por eso sólo vivían hasta los 30 años: la higiene en la Edad Media
Las épocas tan romantizadas que se suelen representar en las películas y en la ficción histórica eran en realidad mucho menos verosímiles de lo que parecen. Antes de la plomería, la electricidad y los avances médicos modernos, la higiene personal dejaba mucho que desear. Sin las comodidades que hoy damos por sentadas, las mujeres medievales tenían que recurrir a métodos de cuidado personal bastante inusuales. No es de extrañar que la esperanza de vida media en aquella época fuera de tan solo unos 30 años.
Orinales y eliminación de desechos

Los orinals eran una necesidad en ausencia de sistemas de alcantarillado. Su contenido se arrojaba a menudo por las ventanas con gritos de advertencia como "Gardez l'eau!" (en Inglaterra y Escocia, abreviado como "Gardy-loo!"), que significa "¡Cuidado!". Para mantener las calles transitables, se contrataban equipos de limpieza. Aunque algunas familias más ricas tenían letrinas personales, se parecían poco a los baños modernos. Los nobles a menudo hacían sus necesidades directamente en el suelo y los sirvientes tenían que limpiarlas, lo que daba como resultado "olores increíbles". Hay una historia muy conocida sobre el rey Luis, que decidió trasladar su corte a otra residencia cuando su castillo se volvió demasiado "fragante". Mientras estaba fuera, esas habitaciones se ventilaban y limpiaban a fondo.
Alternativas medievales al papel higiénico
En el siglo VI, los chinos ya habían desarrollado pequeños cuadrados de papel de arroz para la higiene. Sin embargo, esta innovación llegó a Europa lentamente y al principio se consideró repugnante. Los europeos ricos usaban un dispositivo llamado “gomphus” o “palo de gomph”, que básicamente era una esponja unida a un mango de madera, siguiendo las prácticas de la antigua Roma. Los menos pudientes se las arreglaban con lo que tenían a mano: paja, musgo u hojas.
Costumbres del baño

El baño era algo poco frecuente, sobre todo en regiones sin baños públicos. A pesar del olor corporal, el lavado regular no era la norma. Los romanos frecuentaban los baños públicos y los escandinavos se bañaban por razones de higiene y espirituales. Algunas órdenes monásticas incorporaron el baño a sus rituales religiosos. Los europeos ricos se bañaban a veces, aunque lavarse con demasiada frecuencia se consideraba insalubre. Cuando se bañaban, normalmente toda la familia compartía una sola tina de agua, lo que hacía que la experiencia fuera poco atractiva para los que se bañaban en último lugar.
Los plebeyos dependían de los cuerpos de agua naturales (arroyos, lagos o manantiales), por lo que el baño se limitaba principalmente a los meses más cálidos. En invierno, debido al riesgo de hipotermia y neumonía, muchos pasaban largos períodos sin lavarse.
La fabricación de jabón en la Edad Media
El jabón medieval se elaboraba con cualquier material disponible, como ceniza de madera mezclada con sebo o aceite y, a veces, cal. A menudo se añadían hierbas secas y esencias (como lavanda) a las pastillas de jabón. La gente corriente elaboraba jabón con lejía, que era tan abrasiva que podía rayar la piel si se utilizaba con demasiada fuerza.
Higiene dental

La odontología medieval era rudimentaria. En lugar de cepillos de dientes se utilizaban palitos de madera con los extremos deshilachados o trapos rellenos de piedra caliza triturada; se masticaban. El cepillado de dientes habitual siguió siendo poco común en Europa durante mucho tiempo, ya que se consideraba una conducta inapropiada. Como resultado, a muchas personas se les pudrían los dientes y los europeos ricos compraban dientes sanos a los pobres para recuperar su propia sonrisa. Los métodos para colocar estos dientes eran rudimentarios y probablemente inquietantes. No fue hasta el siglo XVII cuando se publicó un libro sobre el cuidado dental, en el que se describían las caries como "gusanos de los dientes". La producción en masa de cepillos de dientes comenzó recién en 1780.
Anticoncepción
Tras la expedición de Colón en 1492, la sífilis se introdujo inadvertidamente en Europa y, en pocos años, la enfermedad se extendió por todo el continente. El condón tal como lo conocemos hoy en día no existía en esa época; su primera producción documentada data del siglo XVII. Los hallazgos arqueológicos han descubierto versiones antiguas hechas de cuero fino o intestinos de animales; por ejemplo, las excavaciones en el castillo de Dudley revelaron que los guardias reales del siglo XVII podrían haberlos usado como protección contra las enfermedades venéreas.

Las mujeres, por otra parte, utilizaban “bloques anticonceptivos”: esponjas insertadas en la abertura cervical. Los médicos antiguos y medievales, incluido Aristóteles, también describieron varias sustancias utilizadas como “asesinos de la pasión”. Las mujeres las añadían a la comida de sus maridos para suprimir el deseo sexual. Los ingredientes incluían arándanos, puerros, lirios de jardín, semillas de cilantro, lechuga, ruda y alcanfor.
Abortos
A lo largo de la historia, las mujeres recurrieron a abortos clandestinos, a menudo llevándolos a cabo ellas mismas. En intentos desesperados, podían utilizar cualquier instrumento afilado, como una aguja de tejer o un huso. Las mujeres también consumían mezclas venenosas como yodo, glicerina o mercurio (en China, a veces incluso se inyectaba mercurio en el útero). Estos métodos eran peligrosos y a menudo tenían resultados trágicos tanto para el feto como para la mujer.

Higiene menstrual
En el Antiguo Egipto, las mujeres fabricaban tampones con palitos de madera envueltos en papiro. Las mujeres romanas, que tenían acceso al algodón, utilizaban trozos de este material en forma de bolitas. Las mujeres europeas medievales se las arreglaban con el flujo menstrual utilizando compresas de tela sujetas a la cintura de sus faldas. Estas compresas debían lavarse y cambiarse con frecuencia, a veces hasta diez veces al día. Solo durante la Primera Guerra Mundial las enfermeras comenzaron a utilizar apósitos quirúrgicos absorbentes, lo que condujo al desarrollo de los productos menstruales modernos.
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